La pregunta que nos hacemos cada vez que
publicamos algo en internet: “¿quién va a leer lo que publico?”. En el caso de
un blog, la cuestión depende de uno mismo promocionando lo
que escribe y de la permanencia de un post en los primeros puestos de la propia
bitácora. En Facebook, Twitter, Google, por poner sólo algunos ejemplos, lo que
publicamos se une a miles o millones de fragmentos de texto generados por
aquellos que, como nosotros, somos seguidos por nuestros seguidores.
Facebook tiene
su propio algoritmo para clasificar las actualizaciones de estado como relevantes o irrelevantes. Si somos
compartidos, comentados o “me gusta” a menudo, tendremos muchas posibilidades
de ser visibles por ojos ajenos (siempre que no decidan ocultarnos, claro).
Pero en Twitter no es así. Nuestros mensajes son llamadas de atención que
caducan cuando les caen encima unas decenas de mensajes más en el timeline de un usuario. Fue ahí cuando,
conscientes de lo efímero de publicar, nos preocupamos por saber en qué momentos hay más público
potencial conectado para
leer nuestros posts.
Usemos con
racionalidad las herramientas a nuestro alcance, analicemos los datos y tomemos
decisiones con sentido, pero demos valor a aquello que realmente nos ayuda a
entender mejor a nuestra comunidad, no a lo que nos aturde con datos
intrascendentes.
Es frecuente observar como los
niños, niñas y adolescentes publican información en la Red como fotos, videos o
datos personales sin tener demasiada conciencia del destino final de la misma,
olvidando que el universo de gente que puede acceder a esa información no se
reduce al círculo íntimo de amigos o conocidos, sino que puede ser vista por
cualquiera que navegue en la Red.
Sin dejar de postular las enormes posibilidades que brindan las
tecnologías de la información y la comunicación, es también preciso mencionar
que su utilización por parte de los niños, niñas y jóvenes sin el debido
seguimiento de los adultos, conlleva algunos riesgos. “Lo que se publica en la
Red puede permanecer para siempre. Los contenidos se copian y distribuyen con
facilidad y cualquier esfuerzo por eliminarlos suele ser imposible.
Al hacer pública la información en internet asegúrate de que no
incluyas en ella nada que permita a un extraño averiguar quién eres o dónde
vives. Nunca debes compartir con otros usuarios tu información personal como,
por ejemplo, tu número de teléfono o dirección. Ve con cuidado con la aparición
como fondo de tus vídeos de elementos tales como matrículas de automóviles o
imágenes del exterior de tu casa, que podrían permitir que un extraño te
localice.
No hay comentarios:
Publicar un comentario